Compañero de Cordada

Qué difícil es escribir esto. La montaña es complicada, difícil y arriesgada, siempre nos pone obstáculos para avanzar, para proseguir hasta nuestras metas. Elegir a un buen compañero de cordada es fundamental. En él confías, y él confía en ti. Con el paso de los años, compartes muchas cosas, vivencias y experiencias, y como no dificultades. Pero es gratificante saber que al otro lado de la cuerda se encuentra tu compañero de cordada.

Mientras eres tú el que avanza, ese cordón umbilical que te une a tu compañero te da seguridad, en los momentos en los que crees que puedes perder las fuerzas o que no puedes avanzar más, que quieres abandonar, y entonces, oyes su voz dándote aliento, y lo agradeces. Todo parece más sencillo. Qué importante es saber que lo tienes ahí abajo, que sus manos mantienen fuerte y tensa la cuerda y que está concentrado en lo que hace.

Cuando llega tu turno, las tornas se cambian. Ahora eres tú el que tiene que ayudar a tu compañero. Se lo debes. Has de poner todo tu empeño y tesón para que él progrese, ascienda, seguro, porque también, al igual que tú anteriormente, sabe que su vida está en tus manos y que no lo vas a dejar caer. Igualmente, puede oír tu voz, orientándolo, y aunque aún esté lejos, le es perceptible tu mensaje de empuje, de ánimo. Desde tu posición segura y cómoda, todo parece más fácil, pues se te muestra una perspectiva distinta del que tiene que salvar el escollo al que se enfrenta, y eso debe ser una referencia para tu compañero de cordada.

Los objetivos al final se pueden cumplir, y lo más bonito de ello es poder celebrarlo juntos. Los compañeros de cordada lo son en el monte y en la vida. Gracias por ser mi compañero de cordada.