Comienza un año nuevo, y una nueva década, y como pasa siempre, es el momento de buenas intenciones y propósitos, intentar no repetir errores del pasado, iniciar proyectos más o menos ambiciosos, en fin, que parezca que este va a ser tu año. Como es lógico, muchas de estas cosas suelen quedar en el tintero por distintas circunstancias.
Las montañas siguen ahí, han estado y seguirán estando, y puede que algunos de los retos que no se han conseguido hasta ahora, el año que comienza sea una buena oportunidad de culminarlos.
Es bonito soñar, pensar que aquello donde quieres llegar algún día puede hacerse realidad, viajes a lugares remotos que llevas años con ellos en la mente, poder ver los paisajes que tantas y tantas veces has recorrido en las fotografías e imágenes de revistas y documentales, y ahora con el “interné”, tan cercanos y a la vez tan lejanos. Uno llega a pensar que en realidad no existen, y por eso, como Santo Tomás, quieres tocar y sentir para creer.
Tal vez no llegue uno en esta vida a ser un privilegiado de recorrer sendas que te lleven a gigantescas moles de piedra e hielo, a escalar montañas de paredes monstruosas, a cruzar bosques de ensueño. Tal vez nos tengamos que contentar con salir de nuestra ciudad por unas horas a apenas a unos kilómetros de ella, sabiendo que por la tarde tienes que estar a tiempo para hacer la compra de la semana en el supermercado del barrio.
Y de eso se trata, de apreciar lo bueno que hay más cerca, sentirlo como si fuera la más grandiosa expedición que en la que uno haya participado, que la cumbre, loma o cima más modesta que uno pise puede ser igualmente satisfactoria que la más grande e inaccesible del Himalaya o del Karakorum.
Por supuesto que seguiremos soñando, con el Montblanc, con el Toubkal, con Patagonia, con los Himalayas y el Karakorum, pues quién sabe, puede que algún día esas imágenes y sensaciones las tengamos grabadas en nuestra retina en vivo para siempre. Pero mientras tanto, seguiremos por nuestras sendas, por nuestras veredas, nuestras lomas, y nuestras paredes, corriendo y entrenando en ellas como si la semana que viene nos llamaran para participar en una expedición al corazón del Nepal. Todo lo que sea, menos quedarse en casa apoltronado. Este año queremos que sea un año de montañas, cercanas o lejanas, qué más da, pero al fin y al cabo, de montañas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario